
Ella vino a él al alba, su hora más desolada. Cuando la bestia rugía dentro de él, amenazando con consumirlo, él descargó su desesperación centenaria en un angustiado lamento que llenó la noche menguante. Y ella contestó, un rayo de luz, penetrando su oscuridad. Un hermoso ángel. Su compasión, su valor y su inocencia despertaron en él un intenso anhelo y ternura. Supo que debía poseerla, que sólo ella podría domar su lado salvaje y disipar la oscura sombra de su alma. Separados, ellos estaban desolados, incompletos. Entrelazados física y espiritualmente, podrían sanarse entre sí y experimentar una eternidad de noches llenas de amor.
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