
Cuando murió tenía seiscientos treinta y cinco años, aunque si te lo encuentras por la calle no aparenta más de treinta y tantos. Debido a las leyes que rigen a los Were-Hunters, nadie conoce lo que le hizo cruzar al mundo prohibido de los cazadores oscuros. Es algo de lo que se niega a hablar… aunque nunca nadie se lo ha preguntado.
Vive su inmortalidad como un renegado. No sólo persigue a los Daimons, sino también a cualquier Katagaria macho que se le cruce en su camino. E incluso, a veces, ha perseguido a algún Arcadio. Su única lealtad es para consigo mismo.
Ningún cazador oscuro encuentra el amor con facilidad, como le ocurre a Ravyn Contis, un cazador que puede cambiar de forma y que fue traicionado por su primera compañera. La mujer que ahora le interesa a nivel emocional, la periodista Susan Michaels, es alérgica a él, o más específicamente, a su forma de felino. Susan tampoco está precisamente entusiasmada de verse arrastrada a una guerra entre los cazadores oscuros de Seattle y una raza de Daimons ultra-poderosos. Aunque la sarcástica Susan sabe valerse por sí misma en un enfrentamiento cara a cara con los Daimons.
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